Nunca he sido de hacer planes, más que nada por no llevarme una desilusión. Es mejor no crear expectativas ante las cosas, o ante las personas. Siempre he tenido la tendencia a idealizar situaciones y momentos y eso me ha llevado a más de un chasco o día de bajón. Digamos que siempre he tenido mucha imaginación o simplemente lo he necesitado, así que con el tiempo he aprendido a no esperar nada de nadie ni de nada, a no planear. El problema es cuando el amor te ciega.

Hacer planes. ¿Qué era eso?

En un momento de tanta incertidumbre hacer planes es como tirar un palo al mar y esperar que te lo devuelva la corriente.

Hablo de planes a medio/largo plazo. Obviamente planes tenemos: entrenamientos con tus amigas del pueblo, clase de danza con tu grupo de compañeros de la escuela, clases de yoga con conocidas que se vuelven amigas después de un mes; quedar con tu familia para echar una parloteada; o el vermut de los domingos, entre otras muchas opciones. Todo ello claro está, detrás de una pantalla. Aunque, parece que empiezan a desconfiarnos y las relaciones sociales vuelve a su cauce. Eso sí a un metro de distancia, sin besos ni abrazos y en un número reducido.

Para todo hay que tener unas normal/reglas, aunque, parece que cada uno hace con ellas lo que más le conviene.

Pues así y de la nada, cuando empiezas a perder un poco la esperanza con como esta situación va influir en las artes escénicas y más para la gente que no estamos en la ruleta, surgen cosas que te hacen volver a ilusionarte y sonreír. Pequeñas cosas que te permiten darte cuenta, que siempre, hay otra opción, ¡¡¡y que cuando menos te lo esperas… Chas!!!

Llevo todo el año intentando organizar escenas para renovar el videobook, e incluso como dije en el primer post, rodar mi propio corto, siempre con los míticos problemas de horarios del equipo o las limitaciones económicas. Pero…de repente… sin premeditación alguna y sin necesitar demasiados preparativos y medios, acabé rodando un corto teledirigido por el sr Jose Mª Martín Ortiz, (bueno más o menos teledirigido). Podría haber sido, pero tanta tecnología creo que me supera. Controles remotos y demás… pereza. Con grabar unas escenas de prueba, enviar, y modificar anotaciones de dirección, podíamos tirar.

El viernes  por la noche me llamó para decirme que Notodofilm había convocado concurso de confinamiento, y claramente sin pensármelo, me subí a la barca.

Nos daban estas premisas.

De las que había que elegir al menos un supuesto, una condición, y un detalle. Cada unx las interpretaría a su manera.

Una videollamada, muchas risas y más ilusión…

 

Arrancaríamos con el supuesto: “me he enamorado”, pero hacia un hijo, para no caer en el tópico; tendría que cantar una canción, tocar unas maracas y convertirme en superheroina. (Esto de ser superheroina me encanta)

Me puse en modo Lualuli Creaciones para ver como me podía construir una cuna, cosí un móvil y al día siguiente probaría con un mueble del ikea para ver el efecto en cámara y si podía parecerse a una cuna. Es increíble lo que un buen plano puede engañarnos.

Aunque me  gusta más utilizar la palabra: Magia. La magia del cine.

Me estudié el texto y comentamos un poco alguna cosilla para fijar intenciones, y nos guardamos las ganas para el día siguiente para grabar SUPERMOM.

Que bonita sensación la de levantarse ilusionada, con una sonrisa de oreja a oreja y con ganas de ponerme con ello.  Que ganas de hacer cosas, de sentirte activa, y lo mejor, es que no me dio tiempo a idealizar nada, tan solo teníamos 49 horas para realizarlo, así que había que ponerse a ello.

En un momento tenía el plano preparado, Jose y Nerea dieron el visto bueno y ya solo hacia falta hacer un par de propuestas y que las fueran viendo para poder darme algunas indicaciones.

No fue fácil. No es lo mismo que alguien presencialmente vea en el combo la escena y te pueda corregir. Aquí había que parar, mandar las tomas, esperar  y volver a retomar energía si era necesario  repetir.

Cuando tu actúas, la sensación que tienes no es la que se ve y se siente desde fuera. Es decir, hay muchas veces que tu piensas que has hecho una función o una escena genial, y resulta que ha sido todo lo contrario (y viceversa). Y sobre todo en cine, una mirado o un gesto de más puede hacer que una escena se vaya al carajo.

En el momento que estás pensando si lo estas haciendo bien o mal, si estás sonando real, ya no eres un personaje creyéndose lo que está pasando “aquí y ahora”, sino una actriz/directora juzgándose. Es en ese instante cuando dejas de ser un  personaje, en este caso: Una madre histérica y frustrada.

Estos cortos no da para llevar a cabo una creación de personaje. Simplemente vas hacia tu objetivo. Eres tu ( más o menos ) en una situación. Obviamente hay cosas, en determinados casos hay que explorar. Por ejemplo: No soy madre, no he criado un bebe, no sé lo que es. Pero sí, lo que es amar a tu perro como si fuese tu hijo, y que no te deje dormir porque hay alguna perra en celo y se pasa la noche pidiendo calle; o cuando por la edad no puede subir a la cama y llora para dormir contigo. Luego ya es todo jugar.

Y hasta aquí mi trabajo. Lo demás corría a cuenta de montaje y sonido.

A pesar de que la iniciativa de este corto era presentarlo a concurso, en ningún momento ese fue mi objetivo. Lo hice, porque necesitaba hacer algo, sentir que este confinamiento ha tenido algo de provecho artísticamente. Que te lo propongan a ti, es un gran regalo, un subidón de autoestima.. A veces el ego te juega malas pasadas y te dice: “No puedes, no vales, estás desentrenada” pero le pegas una patada y disfrutas. Las cosas siempre dan miedo, pero hay que tirarse a la piscina.

Son estás pequeñas cosas las que nos alimentan y nos hacen seguir adelante.  Las que te hacen tener ganas de más, de hacer cosas más grandes. Estos pequeños proyectos que nos recuerdan lo bonito que es estar enamorada de lo que haces; el por qué decidiste dedicarte a las artes escénicas; que te dan ganas de seguir avanzando, de no tirar la toalla, aunque las cosas no estén en su mejor momento y tampoco pinten  muy bien; y que, aunque el “por amor al arte” parece que se acaba, el amor de verdad siempre nos mira en la distancia y entonces vuelves a doblegarte. Porque estás pequeñas cosas son las que te ponen en modo ON. Se mueve la energía, la creatividad, y entras otra vez en la rueda de hacer. Es muy difícil decir «hasta aquí», cuando el impulso de hacer, es más fuerte que el de quedarse quieto.

Sí, son cosas del amor.

Antes de acabar, quería daros las gracias a todas las personas que visteis el corto y nos habéis ayudado a moverlo por redes sociales y whatsapp. No hemos llegado a estar entre los finalistas, pero de verdad, gracias por el apoyo, es bonito saber que tienes gente alrededor que quiere ayudarte.  Gracias